Dentro del mundo esotérico, las velas, tienen un gran poder. Al menos eso dicen los que creen en estas cuestiones: las velas son poderosas. Hay quien asegura que, el mero hecho, de prender la mecha de una vela para iluminar una habitación, ya es magia. Tal vez, sea así, la magia que desprende la luz de una vela, no es comparable a la de ninguna bombilla. Esa luz cálida, esa llama uniforme… atrapan a cualquiera que se detenga a observar su incandescencia temporal. Nuestros amigos y maestros de la fabricación artesanal de estos mágicos elementos de Mas Roses, no han dudado en contarnos algunas de las connotaciones y poderes que se les atribuyen a las velas.
Con fe o sin ella, los rituales que acompañan a estos ancestrales artículos iluminadores, pueden resultar muy interesantes. Ya sea por su uso en liturgias, o dentro del mundo esotérico, las velas, cuentan con muchos más usos que el que se le destinó cuando se inventó. Más allá de la iluminación, las velas, pueden contar historias que nos alejan de la realidad para adentrarnos en mundos tan misteriosos y siniestros, como inusuales y llenos de luz, paz y armonía.
De forma generalizada, las velas se asocian a la energía. A través de ellas o mediante su uso, pueden alejarse malas vibraciones y atraer las buenas. Los rituales asociados a las limpiezas energéticas de los hogares mediante el uso de velas, están a la orden del día. Tanto como el encenderlas para eliminar olores molestos.
Algo de cierto debe haber en estas creencias, aunque sea autosugestión, hay quien, al encender una vela, se relaja. Resulta instantáneo: prender la mecha y fuera mala vibra. Al fin y al cabo, las personas, somos energía. Personas y elementos, todos se cargan de energía y como bien sabemos, la energía, es tanto positiva, como negativa. Tampoco se crea, ni se destruye. Solo se transforma. ¿Por qué no puede originarse esa transformación a través de una vela?
Veamos como el mundo de las velas pueden convertirse en transmutadores de energía. Todo desde el punto de vista de la alquimia, donde los siete colores del arcoíris, tienen cada uno su finalidad. Aprendamos cuales son las mejores maneras de prenderlas y apagarlas, su interacción energética y que nos quieren decir las velas, cuando se apagan ellas solitas.
Fuego y cera
Según expertas en la materia, la mejor manera de llegar al fuego, como elemento propiamente dicho, es a través de las velas. Este elemento, atrayente y temido a la vez, es uno de los principales transmutadores. Siempre acompaña a la mayoría de los rituales y se encuentra presente en las peticiones, lecturas de cartas del Tarot, altares y agradecimientos que se hacen.
La cantidad de colores y tipos de velas es tan amplia y variada como los diferentes rituales en los que se utilizan. Aunque la mejor de todas, se entiende que es la vela blanca, por su utilidad generalizada. Encender una vela blanca, arroja luz divina al ambiente en el que se enciende, activa sus vibraciones y mejora la energía. Produce luz y claridad. Esta relacionada directamente con los lunes y la propia Virgen.
Dentro del mundo esotérico, advierten que no se utilicen velas de colores si se carece de conocimientos ya que estas, pueden provocar efectos inversos e indeseados.
La forma también tiene su importancia, a razón de la finalidad del ritual. La Magia Blanca se vale de las velas comunes. Aunque varíen en tamaño, las velas clásicas son las de elección para las brujas actuales. Ellas mismas, aconsejan no utilizar velas con formas definidas como tijeras, trigo o corazón. El poder de las velas es tal que no es necesario añadir formas al elemento.
Los siete colores
Cada día de la semana, tiene un color, cada color un arcángel y cada arcángel, una energía. Por si fuera poca la cadena, cada una de ellas, corresponde a un planeta. Es decir, esta todo enlazado de un modo más que interesante.
De esta manera, encontramos que los lunes se corresponden a la vela de color blanco. Esta, se relaciona con la purificación, la paz y la limpieza energética. Su planeta es más bien un satélite: la luna rige a la vela blanca y todas sus bondades.
Los martes, es conveniente y adecuado, encender una vela roja. La pasión, el amor, el erotismo… cobran fuerza con el calor que desprende la llama de una vela de este color.
El amarillo, se vincula directamente con la sabiduría y su día, es el miércoles. Para los jueves, tanto vale una vela azul, como lila o violeta. El amor en su sentido más amplio, cuenta con su aliado en las velas rosas que se encienden, en este caso, los viernes.
Los temas y aspectos relacionados con la salud, van estrechamente ligados al color verde y se prenden los sábados. Mientras que, para los domingos, naranja o dorado, ayudarán a atraer sabiduría, como hacen las velas amarillas.
A estos siete colores, se añade una vela que cuenta con todos ellos. La vela de los siete colores, conjuga todas las energías que emana cada color. Se trata del sumun de las velas, capaz de aunar todo el poder de cada vela, en una sola. Fundamental para que no pierda poder, dejarla encendida durante los siete días de la semana. Al atravesar los siete colores, estas velas potencian y activan la fuerza de las energías primordiales, de ahí, la importancia de mantenerla encendida durante todos los días de la semana.
La intención es lo que cuenta
Eso dicen y también es aplicable y necesario contar con una (intención) a la hora de encender las velas. Las esotéricas y esotéricos, aseguran que, en el momento de prender la mecha de una vela, hay que ponerle intención y estas deben ser afirmativas. La idea es escribir esas intenciones en un papel, con lápiz o bolígrafo y no deben decir “quiero”, pues se sobreentiende.
Con la intención, agradeces lo que intencionas (o quieres para entenderlo mejor). Si queremos pedir algo a las velas, el proceder, seria colocar el papel con la intención encima, sobre el porta velas o el platillo donde se vaya a poner la vela. Sobre el papel se pondrá la vela y se dejará arder.
Otra cuestión aparte que suscita muchas dudas en las personas que sienten interés por el sentido esotérico que se confiere a las velas, es como encenderlas e incluso, apagarlas. La tradición manda y esto se impone tanto si se pretende hacer un ritual y utilizar la vela como canal o mediador energético, como si la utilidad va ser meramente, iluminar: cerillas de madera son lo más adecuado y utilizado para encender una vela.
En el mundo esotérico, los encendedores están prohibidos. Los rituales son ancestrales, en aquellos tiempos no existían los mecheros por lo tanto, las prácticas deben sostenerse en sus principios y orígenes de carácter ancestral.
Lo aconsejable es dejar las velas en lugares donde no haya peligro. Se entiende que si la llama arde mal, de forma irregular o chisporrotea, existe una energía que no debe estar ahí. Si se apaga sola, nada más encenderla, no es un defecto de fabricación, la señal es mala y puede indicar un ambiente cargado de energía negativa, muy negativa. Atención si la vela se apaga tres veces: se recomienda su sustitución y no volver a encenderla más, lo mas adecuado es hacerla desaparecer.
Para apagar las velas, nada de soplar o humedecer la yema de los dedos para apagarlas con ellos. Un apagavelas es el instrumento ideal para este fin y en su defecto, una cucharilla de café, puede hacer las veces de uno.
Lo impalpable nunca dejará de sorprendernos. Más allá de las velas, esta su poder energético.