Exportcave. El Fascinante Mundo de las Copas de Vino

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Cualquier amante del vino que así se considere es consciente de lo importante que es utilizar la copa adecuada, ya que el recipiente, en este caso, sí hace al contenido.

Las copas de vino ayudan, no solo a mejorar en términos de protocolo, también pueden suponer un factor importante en cuanto a cambiar el sabor del vino, según confirman diferentes estudios.

De ahí que cualquier negocio que trabaje ofreciendo buen vino deba tener muy en cuenta la calidad de sus copas.

En Exportcave recomiendan distinguir los diferentes tipos de copa a la hora de beber un vino u otro, ya que a cada tipo de vino le corresponde un tipo de copa diferente.

No es lo mismo que el cristal sea fino que que sea más grueso, y es que esto se notará mucho en el sabor y cara del vino. Lo más apropiado es no solo que la copa sea de cristal sea fino sino también incolora, no esmerilada ni serigrafiada, ya que cuanto más transparente mejor podremos admirar la limpieza y el color del vino.

Los profesionales que conocen la importancia de la calidad de la copa en la forma en que luego disfrutaremos del vino no dejan de investigar para conseguir las copas que mejor intensifiquen el sabor y propiedades de un buen vino.

Claves para Elegir la Copa según el Tipo de Vino

En nuestra lengua hay cuatro áreas diferentes que perciben los gustos de forma diferente, siendo más dulce en la punta de la lengua, más ácido en las zonas laterales, astringente en la parte posterior, y salado en los extremos.

De esta manera, el tipo de copa influirá en la forma en que se oriente el flujo de éste hacia un área u otra, con lo que podremos apreciar mejora unas características del producto.

Por otra parte, las copas están pensadas, ya sea para retener los aromas, o para no hacerlo, y así podemos evaluar el buqué de un vino, además de su sabor.

Lo mejor es que la copa sea de paredes muy delgadas e incoloras, y que la cojamos por el pie y evitemos en contacto con la mano en el cuerpo de la copa porque de ese modo estaríamos transmitiéndole calor y olor al vino alterando ciertas de sus características.

Esta es una de las razones que explican por qué el tallo o pie de la copa debe variar en función del tipo de vino. Para expertos catadores la forma de coger la copa es importante a la hora de hacer una buena cata, puesto ue esta distancia influirá en cómo percibamos los aromas.

Así, el vino puede liberar gradualmente su aroma cuando realizamos un pequeño movimiento rotatorio que oxigena el líquido y ayuda a apreciar mejor los aromas más delicados del vino.

Tamaño y forma son dos características clave, puesto que influyen en la forma de intensificar los aromas. En el caso de los tintos es mejor emplear copas amplias, panzudas. Este tipo de copas ayudan a oxigenar el vino y no dispersan los aromas; un buen tinto ganará mucho con este tipo de copa puesto que ésta ayudará a percibir mejor el aroma y el sabor.

A diferencia del vino tino, el vino blanco mejora con copas más pequeñas, y es que, este tipo de vinos son ricos en cuanto a su acidez y ligeros de cuerpo, con lo que una copa en forma de tulipa ayuda y mejora a la hora de que apreciemos la frescura de este tipo de vino.

Todos los vinos en esta tipología, blancos y frescos siempre van a mejorar en copas con forma de tulipa, más abombadas en el centro y que se vayan estrechando hacia la boca, así liberan de inmediato los aromas que se retienen en el interior de la copa.

Por último, tenemos los vinos espumosos como es el caso del champán, típicos de eventos especiales o celebraciones para los que las copas tulipa son la elección más acertada.

Con su forma ligeramente alargada y estilizada, es una copa idónea para este tipo de vinos. También la copa flauta es muy adecuada para disfrutar de este tipo de vinos. Cuanto más estrecha, alta y alargada más nos ayudará a sacarle el máximo partido al vino más espumoso.

Además de las copas, también existen otras modalidades de recipientes como es la “Caña” que son vasos de base estrecha de 10 cm de alto con fondo muy grueso, que se usan para los vinos cordobeses o los Catavinos, muy típicos de Andalucía con su forma alargada, tallo corto y boca estrecha.

En zonas como Galicia también se suele tomar el vino tinto o blanco en las tradicionales “cuncas”, tazones pequeños de porcelana para acompañar un buen plato de marisco.