Con los años, la piel se destensa y los músculos pierden firmeza. Seguro que alguna vez has escuchado que mediante el uso del colágeno podemos recuperar la tersura y la elasticidad perdida. El colágeno no es un producto externo, es una proteína que producen las células de nuestro cuerpo. Veamos qué es y cómo actúa.
En primer lugar, hay que partir de que los signos de la edad son algo natural. La aparición de las arrugas, la pérdida de definición de ciertas estructuras del cuerpo es algo consustancial al paso de los años. Determinados tratamientos los pueden atenuar, pero no erradicar.
Ahí está el mito de Dorian Gray, la popular novela escrita por Oscar Wilde en 1890. El dandi que firmó un pacto con el diablo para mantener la misma apariencia física a pesar del paso del tiempo. El protagonista, ante los ojos de los demás, se halla en la eterna adolescencia. Mientras sus amigos y conocidos van envejeciendo, él parece mantenerse en la juventud. Sin embargo, cada vez que se mira al espejo, se encuentra más demacrado. Se asusta, se obsesiona. La imagen que le devuelve el reflejo de su rostro es el estado real en el que se encuentra su cuerpo. No ha conseguido engañar al paso del tiempo. En lugar de aceptarse tal y como es, y sacarse partido, se revuelve inútilmente ante los efectos de la realidad.
Debemos tener en cuenta, que por muchos tratamientos de belleza que utilicemos, es muy difícil que con 60 años tengamos el mismo rostro que teníamos a los 20, ni la tersura de la piel de un bebé. Partiendo de esta premisa, podemos seguir ciertos protocolos que aporten belleza y frescura a nuestra cara.
En el envejecimiento de la piel inciden varios factores. La alimentación es uno de ellos. Si seguimos una alimentación sana y equilibrada, aportando a nuestro cuerpo los nutrientes que necesita, eso repercutirá en nuestra salud y se reflejará en nuestra apariencia.
El estilo de vida. Está demostrado que determinados trabajos físicos al aire libre o estar sometido a un fuerte estrés permanente tiene sus repercusiones en el estado de la piel.
Por último está el factor genético. Determinadas pieles grasas acusan menos la presencia de las arrugas que otras pieles más secas. Personas de raza oriental (chinos, japoneses, filipinos, coreanos, etc.) mantienen la piel tersa durante más años que los individuos de raza caucásica. En este sentido influye la producción de colágeno.
¿Qué es el colágeno?
El colágeno es una proteína que se encuentra en todos los animales, especialmente en los vertebrados. Forma parte del tejido conjuntivo, el que une los distintos órganos del cuerpo. Está muy presente en la piel y los huesos, cubriendo el 25% de la masa proteínica de los mamíferos.
La revista médica Cuídate Plus nos recuerda que el colágeno mantiene unidos tendones, ligamentos, huesos, cartílagos, músculos, órganos y tejido adiposo. Lo segrega de forma natural el cuerpo a través de unas células llamadas fibroblastos.
Como nos indican los expertos de Medyglobal, una empresa distribuidora de tratamientos de medicina estética y dermatológica, la producción de colágeno se va reduciendo con el paso del tiempo. A los 40 años, el cuerpo humano produce aproximadamente la mitad de colágeno que durante la adolescencia.
Esto se refleja en una pérdida de elasticidad y tensión de la piel, dejándose ver especialmente en la cara, donde los músculos faciales se mueven con frecuencia, dando lugar a distintas arrugas ligadas a la expresión del rostro.
La reducción de los niveles de colágeno no solo afecta a la piel. Influye en la aparición de la osteoporosis, dolores en las articulaciones, deterioro de la vista, molestias en las encías.
El nivel de colágeno de nuestro cuerpo se puede incrementar estimulando la producción interna o aumentando las reservas.
Estimulación o consumo.
Algunos alimentos que consumimos frecuentemente son ricos en colágeno. Entre ellos podemos destacar el pescado azul: la sardina, el atún y el salmón, que además de aportarnos aceites grasos Omega 3, incorporan esta proteína.
El colágeno está presente en una gran cantidad de carnes, sobre todo en tendones, ligamentos, cartílagos. La oreja de cerdo a la gallega o los zarajos, que sirven de tapa en muchos bares de Madrid, es básicamente colágeno. El colágeno hidrogenado da lugar a un popular alimento: la gelatina.
Solo podemos aportar colágeno directamente a nuestro cuerpo con productos de origen animal. Otros vegetales, ricos en aminoácidos, estimulan la producción de colágeno por parte del cuerpo. Es el caso de los frutos rojos, los cítricos y algunos frutos secos como las nueces.
Mientras las reservas de colágeno las distribuye la sangre por todo el cuerpo, poniéndolas a disposición de las células para que creen tejido conjuntivo, al estimular la producción natural, son los propios fibroblastos los que producen el colágeno.
De esta manera, estas células se activan y se despiertan del letargo, manteniendo el cuerpo más joven y activo.
La alimentación es una forma lenta, progresiva y constante de aportar colágeno a nuestro cuerpo. La industria farmacéutica y cosmética ha sabido sintetizar estos activos para que actúen con más rapidez.
Cómo se toma el colágeno.
Bien sea para incrementar las reservas, consumiendo complementos alimenticios, o tomando algún tipo de reactivo que estimule la producción de esta proteína, la industria ha ideado tres vías:
- Por ingestión. Se trata de unos polvos de colágeno concentrado de origen animal que se suelen consumir tomando una cucharadita después del desayuno. Es recomendable tomarlo con el estómago lleno, ya que se mejora su absorción.
- Por vía cutánea. Muchas cremas cosméticas incorporan esta proteína en productos antiedad, combinados con otros ingredientes como el ácido hialurónico. Otros productos reconstituyentes penetran por la piel y estimulan la producción de colágeno por parte de las células de la dermis y la epidermis. En este caso es necesario primero limpiar bien la zona, aplicar el producto, masajear y proteger el rostro y el cuello con algún protector solar. Con este método actuamos directamente sobre la piel en zonas localizadas.
- Infiltraciones e inyecciones. Es la forma más rápida y efectiva de proporcionar colágeno o reactivar su producción allá donde se necesita. El ingrediente activo va directamente a las células, sin esperar la absorción por parte de la piel o la distribución por medio del riego sanguíneo. Sus efectos son potentes y efectivos, si bien debe ser aplicado por personal médico. Se utiliza en infiltraciones de articulaciones dañadas y para tratamientos dermo-estéticos sin cirugía.
Beneficios.
La revista Heatline enumera 5 beneficios de los estimuladores y suplementos de colágeno sobre nuestro cuerpo, si bien insiste que hay que continuar con los estudios médicos:
- Mejora la salud de la piel.
El aumento de los niveles de colágeno en nuestra piel incrementa su hidratación, elasticidad y flexibilidad. Se reduce la superficie de pieles secas o semisecas, la piel se tensa y disminuye la profundidad de las arrugas. Está demostrado que su uso retrasa el envejecimiento de la piel, haciendo que coja un tono más luminoso y transmita una mayor vitalidad.
- Alivia el dolor en las articulaciones.
La parte interna de las articulaciones está cubierta por una fina capa de colágeno que protege a los huesos de la fricción propia del movimiento. Con el paso de los años ese tejido se va desgastando y el cuerpo no lo repone en la cantidad suficiente. Como consecuencia aparecen dolores en las rodillas o los codos y enfermedades como la osteoartritis. Se ha demostrado que estos productos reducen la inflamación y favorecen la regeneración del cartílago.
- Regeneración ósea.
Los huesos están hechos de colágeno, lo que les da estructura y hace que se mantengan fuertes. Se ha observado que al combinar el consumo de suplementos de calcio con 5 gramos de colágeno diariamente, durante al menos un año, se reduce la osteoporosis y el nivel de proteínas en sangre, que estimula la descomposición ósea.
- Se aumenta la masa muscular.
Entre un 1 y un 10% de los músculos están compuestos de colágeno. Esto es necesario para que se mantengan firmes y funcionen correctamente.
La flacidez de los músculos se produce por no ejercitarlos y por la reducción del nivel de colágeno. Volver a activarlos sin tener una masa muscular suficiente puede dar lugar a lesiones. Al estimular la producción de colágeno aumenta la definición de los músculos y su fuerza.
Esto también afecta a nuestro rostro. La cara está plagada de millones de músculos, responsables de nuestras expresiones, que van perdiendo definición con el tiempo.
- Promueve la salud del corazón.
El colágeno da estructura a las arterias y a los vasos sanguíneos. Si el colágeno que produce el cuerpo no es suficiente, las venas y arterias se vuelven frágiles y débiles.
Esto propicia la aparición de accidentes cardiovasculares, así como la emergencia de enfermedades como la arteriosclerosis, caracterizada por un estrechamiento de las arterias.
Aunque no podemos decir que la falta de colágeno es la contradicción principal en la aparición de accidentes cardiacos, si aumenta los factores de riesgo.
Reactivar la producción de colágeno y aumentar sus reservas beneficia tanto a nuestro aspecto físico como a la salud de nuestro cuerpo.