Las necesidades de la población y de los negocios españoles han cambiado de un modo brutal desde hace unos cuantos años. El mundo empresarial es cierto que no es un entorno inamovible, sino que es la máxima expresión del cambio y de una continua adaptación a determinadas situaciones. No obstante, el vuelco que ha dado la cosa en la última década es lo suficientemente grande como para que miles de empresas hayan tenido que cambiar su modelo de negocio y adaptarse a un entorno distinto y para todas ellas novedoso.
Internet y el entorno virtual y global en el que ya nos movemos han sido los principales instigadores de ese cambio. La red ha permitido que los clientes tengan un mayor acceso a todos los servicios de una entidad y ha hecho posible que se compren de un modo virtual, algo que ha transformado por completo todas las estructuras logísticas de las empresas y que las obliga a ser más rápidas, más eficientes y más eficaces en su trabajo. Y las obliga a adaptarse rápido al cambio. Si llegan un poco más tarde, muchos clientes les habrán dado la espalda.
La dependencia tecnológica e informática a la que se enfrentan las empresas a día de hoy es enorme. Sin ellas, es totalmente imposible detectar qué estamos haciendo mal, qué opinión tiene la clientela de nuestros productos o servicios y cómo de valorada se encuentra nuestra marca. Dicha información vale su peso en oro y podemos obtenerlo de un modo fácil pero sobre todo barato si confiamos en la red y sus posibilidades. Es así como lo destaca la revista Petroquímica y también como lo ven los grandes empresarios.
Sin embargo, no todas las entidades tienen ese acceso a Internet del que hablamos. Las microempresas españolas tienen un problema en lo relativo al acceso a la red o a la creación de una página web. Así lo hizo saber el diario El País en su sección Cinco Días, merced a un artículo que vio la luz el 26 de junio del año pasado. Ha pasado solo un año y parece complicado que la situación haya cambiado a mejor. Lo que está claro es que queda mucho por hacer en este sentido.
La capacidad que demuestran tener las pymes a la hora de acceder a Internet es mucho más limitada de lo que podamos llegar a pensar. Así lo ha hecho saber una entidad como E-Ingenia, que afirma que la mayoría de los clientes de las consultoras relacionadas con el mundo de la informática, Internet y la tecnología en general recibe encargos de grandes empresas y apenas tiene relación con empresas de un tamaño pequeño o mediano.
¿Qué es lo que impide que se desarrolle un cambio?
¿Cuáles serán los factores que hagan imposible que las empresas pequeñas o medianas accedan a un elemento que se ha convertido en algo tan importante como Internet? Resulta cuanto menos curioso que sean muchas las entidades que todavía no tienen ni siquiera una página web, y ya no digamos redes sociales que les permitan interactuar con sus clientes y hacer una publicidad mucho más precisa, intensiva y, en definitiva, eficaz.
El primero de los motivos bien podría ser la edad de los principales dirigentes de la compañía. Es evidente que si estos llevan años al cargo de la empresa y no tienen una mano joven ni siquiera tantearán la posibilidad de incorporar redes sociales a su empresa. Cuanto más mayor es una persona, más posibilidades existen de que haya adoptado un pensamiento conservador. Y, en el mundo en el que nos movemos ahora, es inviable combinar el ser conservador con el querer apostar por las nuevas novedades informáticas y tecnológicas.
El segundo de los motivos bien podría ser el de siempre: la falta de recursos económicos. Apostar por este tipo de cuestiones es algo que requiere de mucha seriedad y un desembolso que, si bien no es gigante, sí es importante. Pero lo cierto es que, teniendo en cuenta el entorno de la actualidad, este gasto es la mejor de las inversiones que una entidad, sin importar su tamaño o el sector de actividad al que se dedica, puede realizar. Sin él, nuestra carta de presentación de cara al exterior se reduce de un modo letal.