El reloj fue concebido para tratar de controlar el tiempo. Delimitar los días, las horas, los minutos y segundos en los que descomponemos nuestra existencia. Con un único propósito de ser capaces de organizar nuestro día a día. Así de simple y sencillo.
La inquietud humana concibió los primeros “relojes” allá por el año 3000 antes de Cristo, poco más o menos. ¿Cómo median el tiempo por aquel entonces? Primero se basaban en los cambios de luz, día y noche, merced a los ciclos lunares. Pero como no era suficiente, decidieron fraccionar esos periodos de tiempo y concibieron el reloj de sol o cuadrante solar.
Los egipcios decidieron dividir el día en 24 horas midiendo la longitud de las sombras mediante una barra orientada hacia el oeste. En el momento en el que la barra no proyectaba ninguna sombra, sabían que se encontraban justo en el ecuador del día.
A partir de ahí, la evolución de los relojes ha ido avanzando con paso firme hasta pasar de una mera forma de conocer en que momento del día te encuentras y poder orientarte, a convertirse en un verdadero controlador de tu vida.
Existen numerosos tipos de relojes: de sol, analógico, digital, de pared, de arena, de agua, todos ellos con un mismo fin y función: medir el tiempo.
Como todo en esta vida, el reloj, ese amigo de la muñeca que nos avisaba de cuando teníamos que hacer que, llegar al trabajo o volver a casa, ha evolucionado de forma irremediable en los últimos años.
El reloj de pulsera se fue abriendo paso desde su creación en el siglo XIX convirtiéndose en un elemento de distinción. No todo el mundo podía permitirse tener un elemento tan preciso para conocer la hora exacta. Poco a poco, eso cambio y se popularizo su uso entre todo el mundo.
Los relojes analógicos dieron paso a los digitales. Los de pulso a los de cuerda y estos a los de pila. Cada vez más sofisticados, más precisos y exactos. Con el tiempo adquirieron más funciones de las propias, empezaron a incorporarse en ellos cronómetros, medidores de presión y estanqueidad a prueba de agua. En los años 90, algunos incorporaban ya en su versión digital calculadoras, cronómetros y hasta mandos a distancia para controlar el televisor.
No queda todo ahí, el reloj, ese elemento clásico y distinguido con un firme propósito, no ha escapado a la era digital y tecnológica. Si bien hace unas décadas el no va más del reloj era encender una lucecita en su interior para poder ver la hora en la oscuridad, actualmente, los relojes miden hasta tus horas de sueño.
En serranojoyeros.es nos han explicado como se ha producido esa evolución, mostrándonos relojes de todo tipo, desde un sencillo reloj analógico hasta el último modelo de smartwatch.
¿Qué es exactamente un smartwatch?
Literalmente, reloj inteligente. Eso quiere decir smartwatch; eso y que algunos modelos saben más de ti que tú mismo. Estos relojes se sincronizan con tu teléfono móvil y te ofrecen datos tan interesantes como las calorías que gastas al día, las horas de sueño, los pasos que das. Todo en un único aparato. De hecho este tipo de reloj ha desbancado a los comunes cuentapasos que ya no tienen apenas cabida en el mundo digital.
Sin duda una revolución tecnológica que en los últimos años avanza de forma imparable. Lejos queda el recuerdo de aquella serie en la que el protagonista, utilizaba su reloj de pulsera para llamar a su coche cuando estaba en apuros fascinando al espectador. Hoy, eso es más que una realidad. Con tu reloj inteligente puedes realizar llamadas, recibirlas, enviar mensajes, conocer la ubicación exacta de tu dispositivo en cualquier momento o simplemente, saber la hora.
Lo que es menos sabido y para los curiosos, es que en el año 1998 ya se creó el primero de los relojes inteligentes. De la mano de una conocida y prestigiosa marca de relojes, llegó al mercado un aparato con el que podías conectarte a tu pc, crear archivos y carpetas e incluso disponía de un joystick para moverse por los menús.
Quizá por aquel entonces no estábamos preparados para tanto avance y no llegó a cuajar en la sociedad o tal vez sus funcionalidades no interesaban tanto. La era analógica imperaba por aquellos tiempos. Pero este dato, constata el hecho de que la era digital iba abriéndose paso y los relojes no iban a escapar de su escala evolutiva.
Actualmente tener un reloj inteligente es sinónimo no solo de vanguardia, también de querer cuidarse. Estos relojes te acompañan en tu rutina diaria si haces deporte, te recuerdan que tienes que beber agua, miden tu presión arterial y las pulsaciones dándote una idea de tu estado de salud.
Los hay de todo tipo. Desde el más básico que medirá el ritmo de tu corazón y los pasos que das al día hasta los más completos que te darán datos físicos de todo tipo y además te ayudaran a mantener el orden de tu agenda diaria. Un ordenador de muñeca que junto con tu teléfono móvil te mantendrá totalmente conectado con el mundo.